"Y a ti, Madre, una espada de dolor te atravesará el corazón..."
(Lucas 2, 35)
(Lucas 2, 35)
- Estaba la Madre dolorosa
- junto a la Cruz, llorosa,
- en que pendía su Hijo.
- Su alma gimiente,
- contristada y doliente
- atravesó la espada.
2.
- ¡Oh cuán triste y afligida
- estuvo aquella bendita
- Madre del Unigénito!.
- Languidecía y se dolía
- la piadosa Madre que veía
- las penas de su excelso Hijo.
3.
- ¿Qué hombre no lloraría
- si a la Madre de Cristo viera
- en tanto suplicio?
- ¿Quién no se entristecería
- a la Madre contemplando
- con su doliente Hijo?
4.
- Por los pecados de su gente
- vio a Jesús en los tormentos
- y doblegado por los azotes.
- Vio a su dulce Hijo
- muriendo desolado
- al entregar su espíritu.
5.
- Ea, Madre, fuente de amor,
- hazme sentir tu dolor,
- contigo quiero llorar.
- Haz que mi corazón arda
- en el amor de mi Dios
- y en cumplir su voluntad.
6.
- Santa Madre, yo te ruego
- que me traspases las llagas
- del Crucificado en el corazón.
- De tu Hijo malherido
- que por mí tanto sufrió
- reparte conmigo las penas.
7.
- Déjame llorar contigo
- condolerme por tu Hijo
- mientras yo esté vivo.
- Junto a la Cruz contigo estar
- y contigo asociarme
- en el llanto es mi deseo.
8.
- Virgen de Vírgenes preclara
- no te amargues ya conmigo,
- déjame llorar contigo.
- Haz que llore la muerte de Cristo,
- hazme socio de su pasión,
- haz que me quede con sus llagas.
9.
- Haz que me hieran sus llagas,
- haz que con la Cruz me embriague,
- y con la Sangre de tu Hijo.
- Para que no me queme en las llamas,
- defiéndeme tú, Virgen santa,
- en el día del juicio.
10.
- Cuando, Cristo, haya de irme,
- concédeme que tu Madre me guíe
- a la palma de la victoria.
- Y cuando mi cuerpo muera,
- haz que a mi alma se conceda
- del Paraíso la gloria.
- Amén.
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