martes, 9 de octubre de 2012

LA PROFESIÓN DE LA FE COMO UNA ORACIÓN DIARIA PARA EL AÑO DE LA FE





"Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación" (Rm 10,10).
Para que el año de la fe pueda llevar a todos los creyentes a aprender de memoria el Credo, a recitarlo todos los días como oración, de manera que la respiración se acompase con la fe”.
AYUDA PARA EL AÑO DE LA FE

Credo Niceno-constantinopolitano
Creo en un solo Dios; Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,engendrado, no creado,de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras,y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria parajuzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo, recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.


Oración por la fe, por Pablo VI, Audiencia general 30‑10‑1968

Pablo VI
Trabajo recopilado por fray Gregorio Cortázar Vinuesa, OCD  
«Queremos, hijos amadísimos, orar, por ejemplo, así:  Señor (Jesús), yo creo; yo quiero creer en ti.
Señor, haz que mi fe sea plena, sin reservas, y que penetre en mi pensamiento, en mi modo de juzgar las cosas divinas y las cosas humanas.
Señor, haz que mi fe sea libre; es decir, que tenga el concurso personal de mi adhesión, acepte las renuncias y los deberes que impone y exprese el ápice decisivo de mi personalidad: creo en ti, Señor.
Señor, haz que mi fe sea cierta. Cierta por una exterior congruencia de pruebas y cierta por un testimonio interior del Espíritu Santo. Cierta por una luz que la asegure, por una conclusión que la pacifique, por una asimilación que la haga reposar.
Señor, haz que mi fe sea fuerte. Que no tema la contradicción de los problemas cuando es plena la experiencia de nuestra vida ávida de luz. Que no tema la oposición de quien la discute, la impugna, la rechaza, la niega; sino que se refuerce en la prueba íntima de tu verdad, resista la fatiga de la crítica, se corrobore con la afirmación continua que sobrepasa las dificultades dialécticas y espirituales en que se desenvuelve nuestra existencia temporal.
Señor, haz que mi fe sea gozosa y dé a mi espíritu paz y alegría. Que lo habilite para la oración con Dios y para la conversación con los hombres, de manera que en el coloquio sagrado y en el profano irradie la felicidad interior de su posesión afortunada.
Señor, haz que mi fe sea operante y dé a la caridad las razones de su expansión moral, de manera que sea verdadera amistad contigo y continua búsqueda tuya, continuo testimonio, alimento continuo de esperanza, en las obras, en los sufrimientos, en la espera de la revelación final.
Señor, haz que mi fe sea humilde y no presuma fundarse en la experiencia de mi pensamiento y de mi sentimiento, sino que se rinda al testimonio del Espíritu Santo y no tenga garantía mayor que la docilidad a la Tradición y a la autoridad del Magisterio de la Santa Iglesia.          Amén».

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