1. “Dichosos
los que tienen un alma de pobre, el Reino de los cielos les pertenece”
En las Bienaventuranzas, Jesús proclama que los que tienen un corazón de
pobre, los humildes, los que se abandonan y confían reciben
gratuitamente la felicidad. María es la primera entre todos; sencilla
supo acoger a Dios en su vida. Petición: Jesús haz que me parezca a ti,
enséñame a confiar plenamente en Ti
2. Dichoso los mansos y humildes de
corazón”. El verdadero pacífico eres Tú, Jesús de Nazaret, eres manso y
humilde de corazón, no utilizas nunca la violencia, no buscas salvar tu
vida, la entregas. Petición: Jesús danos un corazón manso, haznos
humildes
3 “Dichosos los que lloran, serán
consolados”. Esta bienaventuranza afirma la fortaleza en el dolor. Los
que lloran no sólo son los que viven pruebas y dolores sino también los
que son compasivos y comparten los sufrimientos de los demás. Petición:
Jesús Tu nos lo dijiste “Vuestra tristeza se cambiará en alegría”, danos
paciencia en la prueba y en el dolor, haznos generosos para acompañar a
los que sufren.
4. “Dichosos los que tienen sed de
justicia serán saciados” El que busca y practica la justicia ha
encontrado a Dios, construye el Reino. En la escucha de la Palabra, en
la oración nacen los deseos de justicia para la vida de todos. Petición:
Jesús Amigo de los pobres y los pequeños, infunde en nuestros corazones
deseos de justicia, danos fortaleza para practicarla.
5.”Dichosos los misericordiosos,
obtendrán misericordia” El Evangelio nos habla siempre de un Padre
misericordioso, que perdona y se compadece, es también la actitud de
Jesús. Para nosotros es una invitación, una promesa. Petición: Enséñanos
Señor a perdonar como Tú perdonas, danos un corazón lleno de ternura y
misericordia.
6.”Dichosos los limpios de
corazones” Tener ojos y corazón limpios es fruto de la oración, de la
amistad con Dios y con los hermanos. Jesús nos lo dijiste Tú mismo: “Os
daré un corazón nuevo” Petición: Te pedimos Jesús por nuestro mundo,
nuestras familias, nuestros amigos, danos a todos un corazón nuevo, una
mirada limpia, luminosa, la que brota de las entrañas de Dios y lo
renueva todo.
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